(Supongamos acá
que miembros de tribus indígenas
podían comunicarse con
cartas escritas en castellano, sobre le modelo actual de carta...)
Estimado:
Nunca vas a
creer lo que tengo que contarte. Tuvimos una visita asombrosa.
Volvíamos de cazar, con
un jabalí adulto bien
gordo; llegamos al pueblo muy contentos e íbamos
a anunciarlo a nuestras mujeres e hijas. Pero todas estaban
encerradas en la casa. Sentimos el peligro cuando vimos, rodeando el
pueblo, unos seres desconocidos. No podian ser animales, pero tampoco
eran hombres comunes. Tenían
forma humana, pero algunos estaban cargados por unas criaturas muy
grandes y nerviosas. Llevaban palos de los cuales salía
fuego, y un ruido parecido al trueno. Estaban muy cubiertos, hasta
que casi no se veía su
piel blanca como el cielo de lluvia. Nos presentamos, y el viejo nos
contó la leyenda de los
dioses viniendo del mar. Nos pusimos todos de acuerdo; esas criaturas
no pueden ser sino celestas. Entonces les dimos todo lo que teníamos
para dar: les dimos el jabalí
para que lo comieran, y a cada uno les dimos conchas, plumas y
piedras preciosas. La venida de estos dioses a nuestro pueblo es un
presagio, ¿pero de qué?
Eso nos falta descubrir...
Atentamente.
Tu amigo.
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